domingo, 23 de enero de 2011

INTERRRAIL 2007-Día 2

DÍA 2: DüsseldorfàKöln

El destino de ese día era la ciudad de Colonia (Köln en alemán), exacto, la ciudad dónde se inventó el agua de colonia (esa que huele a Nenuco). Nos levantamos temprano y desayunamos tostadas con Nutella y un vaso de leche, vamos, un desayuno muy alemán. Con el equipaje encima nos trasladamos hasta la estación de tren, dónde cogimos el primer tren que vimos hasta Colonia (el trayecto es bastante corto y hay mucho movimiento de tren, tipo cercanías, entre las dos ciudades).
Con muchas ganas de hacer el payaso.

Ya montados en el tren hicimos lo que nunca más haríamos en todo el viaje: rellenar el billete del Interrail antes de arrancar el tren. Me explico: según la política del Interrail, en cada billete se debe apuntar con boli el trayecto y la hora del tren que has cogido, más que nada para que la gente no se monte en todos y, si no pasa el revisor, irse del tren sin haber gastado ningún hueco que, en principio, es lo que te limita y cuentas los viajes.
Pues bien, realizamos el trayecto entero hasta Colonia y allí no apareció revisor alguno ni su homólogo alemán, por lo que, vena española encendida, se nos ocurrió que no volveríamos a rellenar el billete para ver si colaba XD.
Al salir del tren lo primero que ves y más te impresiona es la Catedral, justo en la puerta de la estación de trenes: Es gigante (según Wikipedia, y Wikipedia siempre dice la verdad, mide 157 metros de alto). Lo típico, te metes dentro, te haces unas cuantas fotos rezando y pa’ fuera XD.
Frente a la catedral

En la plaza de la catedral se nos acercó un tío preguntándonos si nos interesaba acudir como público a un programa alemán que se grababa cerca, del estilo de “El diario de Patricia”. Después de vacilar un momento y a punto de decir que sí, empezaron a rondar por nuestra cabeza cosas como “estafa para turistas”, “asesinos en serie” y toda clase de cosas horribles, por lo que le dijimos que lo pensaríamos. Que si eso ya íbamos después y nos veíamos en la puerta… No fuimos.
Paseamos por la orilla del río y… ¿qué ven nuestros ojos? Un kiosco de salchichaken! ¿Y qué es eso? Arggg!! ¡¡Cerveza!! (Ya os podéis imaginar como fue la cosa).
Salchichaken - Cervezaken

Resulta que el kiosco de salchichas estaba enfrente del Museo de Chocolate Lindt y, como es lógico, entramos. Del museo la verdad es que no fue para mucho, su nombre suena mejor de lo que realmente hay dentro. Y chocolate gratis había poco, pagando todo el que quisieras.
Una vez fuera del museo cruzamos el río por un puente y llegamos a la base de una torre bastante alta en la que arriba había un mirador. Cómo éramos jóvenes y con perricas, pues pagamos la entrada y… Pariba! Unas vistas muy bonitas de Colonia y poco más... Pabajo!
Torre con terraza panorámica

Otra vez a pasear por la ciudad. Esta vez tomamos dirección norte y nos topamos con una tienda de productos portugueses y españoles (“A Lusitana” era el nombre de la tienda, por si a alguien leinteresa). La tienda tenía el típico vino Don Simón y el tendero ¿adivináis?, sí, paparamerciano. Después de contarnos una historia nos fuimos de allí con la cabeza loca y, casualmente, pasamos por una tienda donde vendían refrigerios (cervezaken) muy baratos.
Con 6 tercios en la mano nos fuimos a un parque que había cerca y, estilo español, a beber como posesos. Nos pusimos a jugar a juegos de botelleo (trabalenguas y tontunas por el estilo) y apostamos que, quien perdiera, tenía que bailar la canción de “soy una taza” e ir a la tienda a traer más tercios. ¿Resultado? Perdimos Soto y yo. Ridículo y a los ultramarinos a por más birra.
Las caras lo dicen todo

Una vez entonados hicimos otra cosa típica española: montarte en todos los columpios y liarla parda (ahora que lo pienso menos mal que no vino la policía XD). Pasada la breve pero intensa chispera, rumbo a la estación de tren para coger un tren dormitorio hacia Berlín.
Más tarde, en la estación de tren y debidamente informados, nos tumbamos en el suelo porque resulta que no hay trenes dormitorio a la hora que tu quieras al destino que te de la gana… ¡Vaya alemanes! Se creen la primera potencia europea y no tienen trenes dormitorio cada cuarto de hora.
Lo dicho: esa noche tocaba nuestro primer “factor suelo”.
Break, por llamarlo de alguna forma.

Unas cuantas partidas de cartas, cortas cabezaditas y visitas al bar de enfrente pa’ mear después (a la segunda visita la Rubia ya saludaba al dueño “ya estamos aquí otra vez”, aunque el dueño no entendía ni papa de español), salió nuestro ferrocarril destino a la capital de la República Federal de Alemania y, para mi, la capital de las capitales: Berlín.

sábado, 15 de enero de 2011

INTERRRAIL 2007-Día 1

DÍA 1: AlicanteàDüsseldorf


Recuerdo estar levantado desde las 4 a.m. aproximadamente dando los últimos repasos al equipaje y esperando a que mi padre bajara para llevarme en coche a Murcia, dónde me reuniría con mis compañeros de viaje. Cerca de las 5 de la mañana y al ver que mi padre no bajaba, subí a su habitación y lo encontré durmiendo a pata suelta. Esta fue nuestra conversación:
Isma: Papá
Padre: ¿Qué?
Isma: ¿Me vas a llevar a Murcia o que?
Padre: ¡¿Pero no era a las 5 de la tarde?!

Así que, maleta en mano y mi padre vestido y preparado en 5 min. nos lanzamos en coche hacia Murcia, dónde había quedado con todos los compis de viaje. Una vez todos en Murcia, y una vez felicitado el cumpleaños  a Soto, nos fuimos en 2 coches hasta el Aeropuerto de Alicante.
Del aeropuerto recuerdo que sólo podíamos llevar 15 kilos en cada maleta y, la Rubia, se había echado la casa entera dentro de la suya, por o que tuvimos que desarmar todas las maletas y repartir sus objetos sobrantes en todas las nuestras, si no, tendríamos que tirarlas. Fue una tarea difícil, os aseguro que todas las horas de jugar al tetris en casa no sirvieron de nada pues esto era, por lo menos, nivel Chuck Norris. Tuvimos que sacrificar unas cuantas latas de ensalada Isabel (menos mal que las tiramos, por cierto), y alguna que otra cosa que ahora mismo no recuerdo. Cuándo ya estuvo todo en orden, embarcamos y subimos a nuestro primer avión destino Alemania.
Los Alpes desde el avión.

El vuelo bien, gracias.

Nuestra primera impresión cuando pisamos suelo alemán fue que hacía más fresco que en Murcia y que todo estaba más verdoso pero, por lo demás, un sol estupendo. Todo iba sobre ruedas.
Pero esa sensación desapareció pronto cuando nos enteramos de que el aeropuerto de Düsseldorf no estaba en Düsseldorf (como pasa con el 99% de los aeropuertos de Ryanair), sino a 80 km del centro de la ciudad. Por suerte había un autobús esperando en la puerta del aeropuerto y nos ahorramos el coger un taxi. El autobús alemán era igual a un latbus murciano, no veíamos la tecnología alemana por ningún lado, aún así, era más cómodo y sin sobacos en tu cara.
Al llegar a Düsseldorf no sabíamos en que parada bajar así que nos apeamos en la estación de tren (así ya la tendríamos localizada para el día siguiente). De ahí fuimos directos a una oficina de turismo que había justo enfrente y conseguimos unos mapas de la ciudad y ya de paso preguntamos a la muchacha salada si sabia dónde estaba nuestro albergue y nos lo señaló en el mapa. Con todo resuelto cogimos nuestras maletas y mochilas y pusimos rumbo al albergue, que estaba en una calle llena de Porsches y otros coches inasequibles para el ciudadano de a pié (español por lo menos).
Una vez en el albergue, la habitación estaba bastante bien y era de 6 plazas, osea, que las ocupamos todas.
Tomamos, entonces, dirección al puerto, a orillas del Rhín. El antiguo puerto es muy bonito, con su paseo al lado del río y sus edificios históricos. Una cosa que me llamó la atención son los semáforos, que tienen ámbar hasta los de peatones y no sólo se pone en ámbar al pasar a rojo, sino también al cambiar de rojo a verde. Entonces entramos a un Burguer King a tomarnos un café. Del café sólo decir que estaba a 80ºC por lo menos, le pegué un sorbo pequeño y tuve la lengua hinchada el resto del día, desde ese día comprendí el chiste de “hacía tanto calor que me pedí un café en el Burguer King para refrescarme”.
Puerto de Dusseldorf.
Con Harrison Ford
Una de tantas iglesias.

Nos dimos unas cuantas vueltas por la ciudad (parques preciosos, calles muy limpias, estatuas que parecen Harrison Ford en Star Wars, muchos tranvías y miles de contenedores de reciclaje, entre otras cosas) y decidimos volver al albergue para cenar. Pero antes.... al supermercado!
Entramos a un supermercado alemán para comprar unos espaguetis para hacer de cena (ya que nuestro albergue disponía de cocina), y ya de paso nos compramos unas cervezas "Beck's" para beber en la cena.
Una vez en el albergue nos pusimos manos a la obra y, aprovechando que estábamos solos en la cocina, pudimos hacer un poco el inútil poniéndonos cacerolas en la cabeza y esa clase de cosas que hacen los españoles cuando están en un sitio que no es su casa XD. Después de cenar, y cómo bien mandaba un cartel que había en la pared "There's no mama to clean up! Please clean the dishes after use", recogimos todo y fregamos los cacharros. Y a la cama!!
No intentéis entenderlo, podríais morir.

Esa noche recuerdo que dormí más feliz que una perdíz pues aún no me creía que hubiera comenzado tal aventura, y creía que me despertaría en cualquier momento. Pero no, era todo totalmente real.